¡Una nueva batalla está por comenzar en el escarpado territorio Martillo Salvaje!
La Horda ha incorporado a los troles del bosque a sus filas, pero el costo será una imprevista batalla con un enemigo letal…
La siguiente información proviene principalmente de la novela oficial de la segunda guerra: “Mareas Tenebrosas” y se ha complementado con información de Warcraft: Crónicas 2 que en algunos puntos retconea/reescribe detalles de la trama.
Adicionalmente se ha agregado información obtenida de misiones de World of Warcraft: Classic.
⚠️ ANTECEDENTES:
Orgrim sabía que la invasión del reino de Quel’thalas implicaba alejarse de su objetivo -la ciudad capital de Lordaeron-, sin embargo, era un riesgo necesario. La derrota en Trabalomas le había enseñado muchas cosas sobre la Alianza, entre ellas, que los paladines eran un enemigo formidable. Para vencer al ejército aliado, tendría que asegurar el apoyo de los troles Amani.
Aunque las Tierras del Interior eran escarpadas, la Horda se adentró con facilidad gracias a los sus guías trol. Una vez en lo profundo del territorio, Zul’jin reunió a los troles Amani de la zona y se prepararon para seguir el avance hacia el norte.
En Trabalomas, los exploradores de Alleria informaron que la Horda había ingresado a las Tierras del Interior y se habían aliado con los Amani. Lothar y el resto del alto mando asumieron que los siguientes objetivos enemigos serían Pico Nidal y Quel’thalas, por lo que rápidamente planificaron su accionar. De luchar en el bosque la Alianza no podría desplegarse como en Trabalomas y tendrían que dejar atrás a sus balistas. No obstante, si apoyaban a los enanos podrían convencerlos de unirse a las fuerzas aliadas, obteniendo una poderosa ventaja aérea. El ataque, sin embargo, tendría que centrarse en pequeños grupos, asumiendo que no podrían concentrar todo su ejército en un solo lugar.
Las Tierras del Interior llevaban mucho tiempo siendo el hogar de los enanos Martillo Salvaje. Desde su fortaleza en la montaña llamada Pico Nidal, vigilaban el territorio. Eran un pueblo tenaz y famoso por su amistad con los grifos. Muchos de estos enanos eran expertos chamanes que imbuían el poder de los rayos en armas conocidas como Martillos Tormenta.
Los Martillo Salvaje eran también un pueblo ferozmente independiente. Debido a su inclinación por el aislacionismo, no sabían nada sobre la Horda o la Batalla de Trabalomas. Solo cuando los orcos marcharon hacia las Tierras del Interior supieron de su existencia. Ante el informe de fuerzas enemigas Kurdran, líder de los enanos de la región, viajó junto a sus mejores jinetes de grifo hacia el encuentro del ejército invasor.
⚠️ BATALLA:
Kurdran Martillo Salvaje hizo girar a Cielo’ree, su grifo, y posó la mirada en el lugar al que señalaba su informante. Distinguió varias figuras que atravesaban el bosque y que eran distintas a los troles a los que habituaban a enfrentar: caminaban pesadamente y de un modo muy poco cuidadoso como para conocer el terreno. Aunque eran muchos enemigos, los enanos no podían permitir una presencia hostil tan cerca de Pico Nidal.
Los “pieles verdes” se hallaban esparcidos en grupos de aproximadamente veinte, y en su totalidad eran demasiado numerosos para contar. Aunque ampliamente en inferioridad numérica, la capital enana se encontraba a solo un día de distancia y no podían permitir que la Horda se acercara más. Entonces, llevándose el cuerno a la boca, Kurdran ordenó el ataque.
Los grifos respondieron soltando un feroz grito, extendieron las alas y se elevaron. El espesor de los bosques cubría a la Horda, por lo que los enanos apuntaron a los árboles más cercanos. El impacto provocó que hojas, bayas y ramas arreciaran, sobresaltando a los desconcertados “pieles verdes”. Kurdran golpeó dos árboles más y de ellos cayeron piñas y nueces que impactaron con fuerza suficiente como para dejar a varios enemigos ensangrentados. Los soldados de la Horda se agacharon y alzaron las manos para protegerse, pero el violento ataque prosiguió y los Martillo Salvaje golpearon árbol tras árbol.


En el caos del momento, las tropas de la Horda optaron por alejarse del amenazador follaje y se adentraron en el claro más cercano, cayendo en la trampa de los enanos. Con un grito de guerra, Kurdran lideró el ataque. El primer martillo tormenta alcanzó la mandíbula de un orco y destrozó sus huesos. La acción fue imitada por cada jinete enano y posteriormente se elevaron para preparar una segunda carga. El bosque se llenó de gritos y chillidos, maldiciones e insultos con cada vez que los grifos pasaban volando a gran velocidad para lanzar sus ataques.
En el aire, Kurdran observó que los pieles verdes que todavía quedaban en pie se reorganizaban en posiciones defensivas. En respuesta, el líder enano atacó esta vez con su grifo. Con sus potentes garras frontales derribó a uno, a la vez que su pico ganchudo destrozaba a otro y con sus alas aturdía a un tercero. El ataque fue imitado por el resto de enanos y en cuestión de minutos y sin sufrir ninguna baja, los Martillo Salvaje habían eliminado a casi todos los enemigos de la avanzada.
Tras regresar a Pico Nidal por más fuerzas, los jinetes de grifos continuaron atacando otras secciones del ejército de la Horda desde el cielo. Repitiendo la exitosa táctica bombardearon con sus martillos tormenta y luego ascendían de vuelta a la seguridad de las nubes. Con sus devastadores ataques, los Martillo Maldito estaban consiguiendo reducir la ventaja numérica del enemigo.
Los únicos dragones esclavizados con los que contaba la Horda de momento se habían quedado en el mar, oponiéndose a seguir las órdenes de sus jinetes. Orgrim no contaba con medios para defenderse de los problemáticos jinetes de grifo. Como no podía continuar avanzando hacia Quel’thalas con los enanos constantemente bombardeando a sus tropas, tomó la drástica decisión de asaltar el Pico Nidal para forzar a que Kurdran reuniera a sus tropas en la capital. Si bien no era algo que formara parte de sus planes, era la única opción para evitar perder más tropas y seguir avanzando antes de que las fuerzas de la Alianza le dieran alcance. Asimismo, ordenó preparar lanzas para repeler a los jinetes que se acercaran demasiado.
Con el temor de que la aún superioridad numérica del enemigo fuera a abrumar las defensas de Pico Nidal como “hormigas sobre un escarabajo”, Kurdran intensificó los bombardeos. Sin embargo, esta vez la Horda había conseguido adaptarse y con el apoyo de lanzas y emboscadas trol, lograron derribar a un puñado de enanos.
Mientras la batalla estallaba fuera de la ciudad Martillo Salvaje, Orgrim y la mitad de la Horda retrocedieron. Continuarían su camino hacia Quel’thalas mientras el resto de sus fuerzas mantenía ocupados a los enanos. Kurdran y sus fuerzas prestaron poca atención a los orcos y troles que se retiraban debido a que solo estaban preocupados de la defensa de su capital.
Luego de que la mitad de la Horda se marchara, Lothar y las fuerzas de la Alianza se adentraron en las Tierras del Interior y gracias a la información entregada por los elfos exploradores, acudieron a la ayuda de los Martillo Salvaje. Con emoción Kurdran recibió (mediante uno de sus enanos) la noticia de que un gran ejército humano los ayudaría. Al instante, el líder enano planificó una nueva estrategia: con la distracción de la Alianza, los Martillo Salvaje podrían retomar los bombardeos sin temor a las lanzas enemigas.
Una vez posicionados cerca de la Horda, Lothar ordenó la carga, sorprendiendo al enemigo que había estado concentrado en vigilar el cielo. Muchos de los guerreros orcos blandían lanzas en lugar de sus hachas y martillos habituales, dado que se habían preparado para enfrentar a los grifos y no a los humanos. Lothar y Turalyon, que encabezaban el ataque, vencieron fácilmente a la primera línea enemiga. Cuando los guerreros de la Horda se disponían a contraatacar, Kurdran y los jinetes de grifo reanudaron los bombardeos. Orcos y troles tenían que defenderse de ataques procedentes de todas las direcciones, confundiéndolos y desconcertándolos. Finalmente, la fuerza combinada de humanos, elfos y enanos pronto forzó la retirada enemiga hacia los bosques.
El asalto en Pico Nidal cambió a Kurdran y su pueblo. Ahora conocían la amenaza que significaba la Horda y estaban determinados a ayudar a vencerla. Kurdran comprometió la ayuda de su clan a la Alianza. La inclusión de los Martillo Salvaje era una bendición muy necesaria. Aunque los orcos no habían utilizado a los dragones desde el bloqueo naval, Lothar temía que algún día regresarían. Pero ahora la Alianza contaba con un medio para contrarrestar la superioridad aérea de la Horda.
Los enanos informaron que la mitad de la Horda se había retirado en medio de la batalla. Solo entonces Lothar se dio cuenta de las intenciones de Martillo Maldito: la Horda planeaba atacar Quel’thalas. Sin más tiempo que perder, el Comandante Supremo de la Alianza despachó a Khadgar, la caballería y la mitad de sus fuerzas hacia el norte, bajo el liderazgo de su segundo al mando, Turalyon. Mientras tanto, la otra mitad se quedaría en las Tierras del Interior luchando con lo que quedaba de la Horda en la zona.
Todas las potenciales rutas hacia la ciudad capital de Lordaeron estaban aseguradas. El reino de Alterac controlaba el camino más cercano y el Rey Perenolde había ordenado bloquear los pasos montañosos. Por lo tanto, si la Horda intentaba cruzar por ese camino, las defensas la detendrían lo suficiente como para que la Alianza acudiera al rescate.
En el caos de la retirada, Garona, asesina manipulada por Gul’dan y responsable de la muerte del Rey de Ventormenta, aprovechó la oportunidad y, escapando de Eitrigg, se adentró en la espesura del bosque. El sorprendido orco consideró ordenar su persecución, pero finalmente entendió que ma
ntener la lucha con la Alianza era mucho más importante que recuperar a una sola prisionera.
Con la victoria de la Alianza en Pico Nidal, la Horda de las Tierras del Interior había quedado seriamente diezmada. Una vez que Turalyon se marchó con la mitad de las fuerzas aliadas, Lothar continuó la persecución de los orcos en la zona. Con el continuo acoso tanto desde los cielos como desde la retaguardia, las remanentes fuerzas de orcos y troles optaron por esconderse bajo tierra.
En la parte oriental de la región, y con un río cubriéndolos por el norte, la Horda construyó en el interior de una cueva, un puesto al que llamó “Roca Oculta”. En dicho lugar, acumularon gran parte de los recursos que lograron salvar de la constante persecución enemiga. Cuando finalmente los encontraron, Lothar ordenó que el ataque fuera rápido y decisivo. Sin previo aviso las fuerzas de la Alianza atacaron la base y forzaron a los pocos ocupantes a huir, abandonando todas las pertenencias.
Tras los enfrentamientos, Lothar envío a los jinetes de grifos a Quel’thalas para apoyar a las fuerzas de Turalyon. Aunque se desconocen más detalles de lo sucedido en la zona, Lothar afirmaría con posterioridad que “no quedaban orcos en las Tierras del Interior”. Con esto, la Alianza obtenía la segunda victoria de la guerra y había acabado con una gran parte de las fuerzas de la Horda.
Pero a la distancia, y con el poderoso regalo otorgado indirectamente por los Dioses Antiguos, un nuevo grupo de jinetes Faucedraco había doblegado la voluntad de los dragones rojos y se preparaban para volar en dirección a Quel’thalas. La tierra de los elfos sería el escenario de un nuevo conflicto en “Grandes Batallas de Azeroth: La Segunda Guerra”.
⚠️ CONSECUENCIAS:
➛ La derrota en Trabalomas y el abandono de parte importante de la Horda en las Tierras del Interior generó cuestionamientos en el liderazgo de Orgrim Martillo Maldito, principalmente de los hijos del anterior jefe de guerra (Puño Negro), Rend y Maim.
➛ No obstante a lo anterior, la Alianza había perdido días de distancia defendiendo el Pico Nidal, y Quel’thalas quedaba potencialmente expuesta a la invasión de la Horda.
➛ Aunque desgastante, el plan de llegar al territorio elfo escalando montañas en lugar de utilizar caminos permitirá a Orgrim llegar a Quel’thalas sin dar tiempo a los elfos para que preparen una sólida defensa.
➛ Los recursos abandonados en Roca Oculta serían encontrados casi veinte años después y disputados por enanos y troles de las Tierras del Interior.
➛ El escape de Garona en medio del caos de la retirada generará profundos problemas para la Horda en el futuro, cuando la diestra asesina utilice sus habilidades en favor de la Alianza, algo que veremos en una futura edición de “Grandes Batallas de Azeroth”.
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